Ketty Abaroa de Rezende y Pedro Jussieu de Rezende son una pareja de esposos brasileños, casados hace 36 años, padres de siete hijos y abuelos de 5 nietos. Actualmente son docentes en la Universidad Estadual de Campinas. En su intervención en el Sínodo contaron estos breves relatos:
Un padre de familia ayudaba a su hijo de seis años a hacer su examen de conciencia una noche y escucha que el pequeño dice: “Jesús, perdona a Sarah por golpearme”. Y el padre le explica: “no hijo, se supone que debes pedir perdón por las cosas malas que tú has hecho”. Y el niño agrega: “Jesús, perdóname porque yo le pegué primero”.
El segundo relato breve tiene que ver con una madre que fue a confesarse y su hija de cuatro años también quiso entrar con ella. Al rato y mientras la mamá salía del confesionario, la pequeña toca la puerta y grita: “Jesús, ahora me toca a mí”.
Los esposos brasileños afirmaron que “estas semillas de fe brotan en las familias y, a través de la gracia del sacramento del matrimonio, pueden llevar a la alegría incluso a pesar del sufrimiento”.
“Estas familias no pueden sino testimoniar al mundo la belleza del matrimonio. Tales familias se esfuerzan por recibir regularmente los sacramentos y recibir formación espiritual de sacerdotes devotos, y se convierten en familias apostólicas”.
Este matrimonio de Brasil dijo además que “gracias a la amistad perseverante de las familias apostólicas hemos visto a parejas que convivían tomar la decisión de casarse en la Iglesia, una pareja en la que la esposa era infértil que renunció a la idea de la fertilización in vitro, parejas que abandonan la anticoncepción para adoptar la regulación natural de la fertilidad. Entonces necesitamos el apoyo de sacerdotes santos para que las familias hagan lo que mejor saben hacer: ser apostólicas abriendo sus hogares y compartiendo la fe con otras familias”.
En resumen, concluyeron, “creemos que esta es una de nuestras misiones: ayudar a otras familias a experimentar la ‘alegría de ser una familia cristiana’”.