VATICANO, 13 Oct. 15 / 04:47 am (ACI).- El Cardenal Gerhard Ludwig Müller, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, no ha querido confirmar ni desmentir que sea uno de los cardenales que firmó una carta entregada al Papa Francisco -y hecha pública por el vaticanista Sandro Magister- en la que expresan sus preocupaciones respecto al Sínodo. Sin embargo sí ha afirmado que la difusión del texto busca “dividirnos”.
En una entrevista concedida al periódico italiano Il Corriere della Sera también habla del acceso a la comunión de los divorciados vueltos a casar así como de las supuestas tensiones que se viven en el Sínodo.
Sobre la supuesta carta firmada por un grupo de cardenales -cuatro de ellos han desmentido haberlo hecho-, Müller responde que “yo no digo si he firmado o no” pero “el escándalo es que se haga pública una carta privada del Pontífice”. “Esto es un nuevo vatileaks. Los actos privados del Papa son propiedad privada del Papa y de ningún otro. Ninguno puede publicarla, no sé cómo ha podido suceder, y quién lo ha hecho debería justificarlo”.
Vatileaks es el término con el que los medios se referían a la filtración de los documentos privados del Papa Benedicto XVI por uno de sus mayordomos del apartamento pontificio en el año 2012 y que fueron publicados en un libro por el italiano Gianluigi Nuzzi.
Sobre las intenciones de quien ha filtrado la carta enviada al Papa en esta ocasión, el Cardenal Müller cree que pretende “sembrar conflictos, crear tensiones. Me parece claro”.
¿Oposición contra el Papa?
Preguntado sobre las supuestas palabras del Papa Francisco a los miembros del Sínodo sobre una “hermenéutica conspirativa”, el Purpurado alemán dijo que “pienso que hablaba de quien sostiene que en la Curia Romana hay una oposición contra el Papa. Aquellos que dicen y escriben que hay lobos, que Francisco está rodeado de lobos”. Esta “es una expresión ofensiva y criminal. Yo no soy un lobo contra el Papa. Conozco quién es el Papa y lo que significa el Primado mil veces mejor que quien dice estas cosas”, agregó.
“Como Prefecto de la Congregación (de la Doctrina de la Fe) soy el primer colaborador del Santo Padre, no solo yo, sino todos los que forman parte de ella. Y no dejo que se ponga en duda mi obediencia y mi servicio al Papa y la Iglesia”.
El Cardenal asegura que la verdadera conspiración es la de aquellos que dicen “somos amigos del Papa y esos de allí son enemigos”. “Esta es la hermenéutica conspirativa. No conozco a ninguno aquí que esté contra el Papa”.
Sobre el cuestionado funcionamiento de la asamblea sinodal, el Cardenal Müller expresa que “desde siempre el Sínodo discute cómo mejorar los procedimientos, todos tienen la libertad de dar su opinión sobre esto: el reglamento es humano, no una ley divina”.
Tensiones en el Sínodo y divorciados en nueva unión
De las posibles tensiones entre los participantes opina que “había tensiones entre la doctrina y la pastoral, pero es la tarea del Sínodo ver estos dos aspectos juntos. Cada obispo católico, en su persona, es maestro de la fe y también pastor de la grey”.
“La ortodoxia debe realizarse en la pastoral, pero no existe pastoral sin doctrina: que es la enseñanza de Jesús, no una doctrina académica de teólogos”, añade.
“No es posible que todo sea representado como un enfrentamiento entre los que dicen ‘somos más liberales’ y obtienen el aplauso de la gente, y los que, al contrario, deben defender la doctrina revelada de Jesús y son los malos, los ‘conservadores’”.
Por tanto, “creemos en un solo Dios, no puede existir contraste. No es que haya uno del Decálogo y otro de la misericordia. El Evangelio exige también la conversión de nuestra vida. La puerta es estrecha”.
Sobre los divorciados en nueva unión, el Purpurado señaló que “las personas sufren porque sus matrimonios se han roto, no porque no puedan comulgar. Para nosotros el centro de la Eucaristía es la consagración, cada cristiano tiene el deber de ir a misa, pero no de comulgar. Concentrarse sólo en un punto no resuelve nada”.
Sobre las situaciones concretas de esta realidad, dijo, “se puede discutir” pero “una regla general no es posible. El matrimonio es un sacramento y la Iglesia no tiene autoridad sobre un sacramento”.