A los jóvenes esposos
Cuando Dios regala a una familia un hijo, la alegra con una preciosa donación, confiando que los padres de la criatura la cuidarán con responsabilidad hasta la edad adulta. Se ha escrito mucho sobre cómo educar a los niños y a los adolescentes. Por eso, cuando encuentro sobre el tema una orientación luminosa, breve y perfecta, siento el deseo de compartirla para que todos aprovechen ese condensado de sabiduría. Lee y medita.
Si el supremo Creador te da un hijo, tiembla por el sagrado depósito que confía a tus cuidados.
Haz que ese hijo hasta los diez años, te admire. Hasta los 20, te ame.
Y hasta la muerte, te respete.
Sé para ese hijo hasta los diez, su padre.
Hasta los 20 años, su maestro
y hasta la muerte, su amigo.
Qué metas simples pero exigentes:
ser para el hijo un padre, un maestro y un amigo, poniendo sin embargo el acento hasta los diez años, en la paternidad protectora, hasta los veinte en la docencia del difícil arte de vivir honestamente, y hasta la muerte en la amistad que todo lo comparte con humildad y sabiduría.
* Enviado por el P. Natalio