**¿Qué Sucede en la “Otra Vida” a los BEBES ABORTADOS?
**¿A donde van los niños muertos sin bautizar?
**Jesús baja a los Infiernos y al Purgatorio: visión de Ana Catalina Emmerich
El aborto es la mayor causa de muertes en el mundo, 45 millones de niños mueren anualmente.
Para los católicos no se trata de una batalla cultural más, como se está poniendo de moda decir ahora.
Está en el plan de Dios que los niños que se conciben tenga su pasaje por la tierra antes de su morada definitiva.
Por eso, videntes y místicos han recibido mensajes del cielo mostrando su reprobación e indignación por los abortos.
Veremos en este artículo las consecuencias sobrenaturales que tiene el aborto para las mujeres que han abortado y para su familia. Así como las consecuencias que tiene para los niños abortados, después de muertos. Y plantearemos la solución de darle nombre y bautizar a los abortados como sugiere el Padre Ángel Peña, O.A.R.
Veamos algunos mensajes que
han recibido videntes condenando el aborto:
han recibido videntes condenando el aborto:
Mensaje a Amparo Cuevas en España, 3 de enero de 1987
“Las madres se han convertido en asesinas de sus propios hijos; ¿cómo no va a estar mi corazón triste hija mía?”
Mensaje a Pedro Regis, Brasil, 12 mayo 1987
“Hijos míos queridos, lloro por los pecados de cada uno de ustedes.
Lloro por los crímenes practicados por las madres que abortan a sus hijos.
Esto es un gran pecado.
¡Un hijo que no pidió de nacer y que después es asesinado por su propia madre, que cosa fea…!
¡El aborto es un crimen hijos míos, y esto me deja muy triste!”.
Mensaje a Julia Kim, Corea, junio de 1987
“Hija mía, mis lágrimas se deben a que la humanidad no ama a Dios como Él se lo merece, ni se aman las personas entre ellas.
También, por el terrible pecado del aborto, que mata una cantidad innumerable de bebés diariamente”.
Mensaje a Gladys Quiroga de Motta, Argentina, 13 de septiembre de 1988
“Hay actualmente, graves ofensas a Dios; los asesinatos, los abortos y toda clase de violencia, son formas de acometer contra el Señor”.
Mensaje a Mirjana Dragicevic, Medjugorje, junio de 1991
“La Santísima Virgen dijo que no hay pecado para Dios que no pueda ser perdonado.< Pero para el aborto hay que hacer penitencia toda la vida”.
Mensaje a Christina Gallagher, Irlanda, 28 de diciembre de 1992
“El aborto es el mayor pecado contra Dios”.
Mensaje a Agustín del Divino Corazón, Colombia, 9 de enero de 2010
“El pecado del aborto lacera mi Inmaculado Corazón y el Sagrado Corazón de Jesús.
Aborto que clama justicia por el cielo, porque son muchos los no nacidos que acojo en mi seno materno.
No nacidos que son mártires, aun estando, en el vientre de sus madres”.
LA NECESIDAD DE BAUTIZARLOS
PARA QUE VAYAN AL CIELO
La beata Ana Catalina Emmerick cuenta la historia real de una mujer que había matado al hombre que la había violado y también había matado al niño que había sido concebido.
“Al poco tiempo murió arrepentida también esta mujer, pero deberá pasar en expiación todos los años que la Providencia divina tenía destinados de vida a su hijo hasta que el niño, con el transcurrir del tiempo, haya alcanzado el momento de gozar de la luz eterna” (tomo 3 del 31-12-1820).
Veamos lo que Nuestra Madre la Virgen le decía al Padre Stefano Gobbi, fundador del Movimiento Sacerdotal Mariano, el 8 de setiembre de 1983:
“Estoy recogiendo de todas partes del mundo a mis niños más pequeños para reunirlos en mi escuadrón y depositarlos en lo profundo de mi Corazón Inmaculado.
Hijos predilectos, escuchen su voz que invoca su ayuda, corran a su encuentro, tómenlos en sus brazos y llévenlos todos a su Madre celestial.
Pequeños son para Mí todos los niños ya concebidos, cuyas vidas son voluntariamente destrozadas desde las entrañas de sus madres.
El amor y el ansia de su Madre celestial y de la Iglesia por su salvación, así como su sangre inocente derramada por los que desprecian y desobedecen la ley de Dios, es ya un bautismo de deseo y de sangre, que los salva a todos”.
Vemos aquí dos puntos fundamentales.
-En primer lugar, que todos estos niños abortados y que, por tanto, mueren sin bautismo, son salvados por Dios.
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-Segundo, habla del bautismo de sangre y bautismo de deseo.
Este bautismo de deseo es en virtud del amor y del deseo de la Virgen y de la Iglesia por su salvación.
No dice que se salven de inmediato después de su muerte.
Más bien, parece ser que deben esperar un tiempo, aunque sea corto, pues esperan que escuchemos su voz, que pide ayuda.
Dicho de otro modo, estos niños se salvan, pero estarían un tiempo en algún lugar, como puede ser el limbo, hasta que sean amados y ofrecidos a Dios en virtud de la comunión de los santos.
También hay místicos actuales que hablan del limbo temporal.
Mamma Natuzza Evolo, mística italiana, a quien los obispos napolitanos buscan beatificar, habla del limbo temporal:
“Padres y madres de familia, pensad bien en la educación de vuestros hijos, educadlos en la religión.
No rechacéis a los hijos (por el aborto), pues es un pecado grave. Bautizadlos, porque los niños muertos sin bautismo van al limbo, donde se sufre solamente por la falta de la visión beatífica”.
Julia Kim, otra gran mística, de Korea del Sur.
Con frecuencia el Señor le ha hecho experimentar los dolores y agonías que sufren los niños durante el aborto.
El 5 de noviembre de 1986 la Virgen le dijo:
“Hija mía, ¿quieres participar en mis sufrimientos por los niños abortados?
A causa de los abortos sentirás intensos dolores en tu vientre.
Estos pequeños vagan por el limbo después de haber sido abortados, privados de su dignidad y tratados como un pedazo de carne…
Reza por ellos y calma sus heridas, y ofrece reparación por los pecados cometidos contra ellos”.
La mística austríaca María Simma, ha hablado muchas veces de la existencia del limbo.
“Todos los niños (pequeñitos) que mueren sin estar bautizados van al limbo.
Allí son felices y no tienen conocimiento de la posibilidad de ver a Dios.
Pero pueden ir al cielo, si nosotros oramos por ellos y les damos el bautismo por los no nacidos, del cual supongo que Ud. ha oído hablar”.
En una entrevista que Nicky Eltz publicó en su libro “Hacednos salir de aquí”, dice:
“Las almas santas me dicen que los niños nacidos muertos o abortados no van al paraíso ni al purgatorio.
Van a un lugar intermedio que se puede llamar limbo o ‘cielo infantil’.
Las almas de estos niños no saben que exista algo mejor que eso, no saben que no están en el cielo.
La responsabilidad de llevarlos al cielo está en nosotros. .Lo podemos hacer, bautizándolos espiritualmente o mandando celebrar una misa por ellos”.
Y cuenta su experiencia personal:
“Conocí a una enfermera que trabajaba en un hospital.
Ella no dejaba de bautizar a los niños abortados o nacidos muertos.
Cuando estaba para morir, exclamó: Oh, he aquí todos mis niños en el cielo. ¡Cuántos niños!
Y aquellos niños, a quienes había bautizado después de muertos, la acompañaron al paraíso, donde ya vivían”.
Este ejemplo nos habla del agradecimiento de estos niños bautizados espiritualmente.<
LAS CONSECUENCIAS DE NO BAUTIZARLOS
El Padre Ángel Peña cuenta que una señora le dijo:
“Padre, tengo a mi hijo de tres años que ve constantemente a un amiguito que juega con él. ¿Qué es? ¿Es un ángel?”.
Yo le pregunté: “¿Ha tenido alguna vez un aborto?”
Sí, me dijo.
Pues entonces, es posible que sea ese niño que se aparece a su hermanito, porque está buscando el amor de su familia.
De hecho, se dan algunos casos de niños pequeños que ven, lo que suele llamarse como “duendes”.
Otros niños pequeños, que se les aparecen durante años y, en algunos casos, hasta envejecen con ellos, como para dar a entender que son sus mismos hermanos.
María Simma dice que:
“a veces, los hermanos sienten la presencia de otro niño junto a ellos, aunque nada saben de aquel hermanito, nacido muerto o abortado”.
La escritora Linda Bird Francke en su libro “The ambivalence of Abortion” habla de un “pequeño fantasma” que se le aparece después de haber abortado:
“Ahora tengo este pequeño fantasma.
Un fantasma pequeñito que aparece únicamente, cuando estoy viendo algo hermoso, como la luna llena en el océano la semana pasada.
Y el bebé me saluda con las manos y yo lo saludo a él”.
El Doctor Philip Ney cuenta que
“un paciente reportó un sueño que había tenido a los siete años en el que tres gnomos (duendes) se fueron a jugar con él en un banco de arena.
Mientras jugaba, los bancos de arena se derrumbaron y, por consiguiente, sus tres gnomos (duendes) quedaron enterrados.
Él no pudo decirme quiénes eran ellos, pero sabía que eran sus hermanos.
Su madre admitió tres abortos tempranos, pero insistió en que su hijo no podía haberse enterado”.
LAS COMPROBACIONES DEL PSIQUIATRA DR. MCALL
El Dr. Kenneth McAll, un eminente cirujano y siquiatra inglés, dice que
“un niño que no ha sido aceptado con amor por su familia y consagrado a Dios, clamará por el amor y las oraciones de un miembro vivo de la familia, a menudo un gemelo, el próximo niño en la familia o la persona más sensible de la familia”.
“Como aquella niña que me confesó que había contemplado a su hermana crecer todo el tiempo, pero que nunca se había atrevido a hablar de ello”.
“He sido testigo de más de seiscientos casos de niños fallecidos que habían continuado creciendo al mismo ritmo que lo hubieran hecho de haber seguido con vida”.
Veamos algunos ejemplos:
Dos jóvenes de la India, de 17 y 24 años, oían voces por la noche, que decían: “Madre, ayúdame”.
Cada día, al despertar, iban a la cocina y encontraban la jarra de agua y otras cosas en medio del piso.
Su madre reconoció que había tenido dos gemelos, que habían nacido muertos y los había enterrado sin ninguna oración en el patio de su casa
Y por consejo del Dr. McAll, les pusieron un nombre y los encomendaron a Jesús y, a partir de ese día, no se oyeron más voces.
En un pequeño pueblo de Inglaterra, todos sabían que, en determinada casa, se aparecía con frecuencia por la noche el fantasma de un niño pequeño.
El Dr. McAll preguntó a los miembros de la familia y le dijeron que hacía 11 años había nacido muerto un niño.
Celebraron una misa por este niño y, durante la misa, el Dr. McAll vio en visión al niño, que estaba sonriendo y corría hacia Jesús que lo esperaba y lo estrechaba entre sus brazos.
A partir de ese día, no volvió a aparecerse más.
Una obstetra, que comenzaba su nuevo trabajo en un hospital, se dio con la sorpresa de que cada noche se despertaba y veía junto a ella la figura de un hombre que la miraba insistentemente.
Después de indagar, le dijeron que un médico se había suicidado en aquel lugar y que él había practicado muchos abortos.
Celebraron una misa por el médico suicida y también por los niños abortados.
Después de orar por estos niños abortados, la madre de la obstetra vio la habitación llena de niños sonriendo, que parecían muy felices, hasta que desaparecieron dentro de una luz que se alejó.
Pareciera que la oración, especialmente la misa, y la consagración de estos niños a Dios los hace ser felices y descansar en paz.
El Dr. McAll dice,
“Tengo registrados más de seiscientos casos de curaciones directas, producidas tras la celebración de una Eucaristía por fetos, víctimas de abortos, voluntarios o involuntarios, niños que nacieron muertos o fueron abandonados inmediatamente después de su nacimiento.
Los que nunca fueron debidamente amados o consagrados a Jesucristo en una ceremonia de entierro.
Cuando se ha celebrado una Eucaristía por esta clase de seres, los resultados son impresionantes.
Muchos han experimentado los beneficios del poder curativo que se generó.
Incluyendo pacientes que estaban participando en la Eucaristía.
Pero también otros que se encontraban a muchos kilómetros en hospitales e instituciones mentales y no sabían nada acerca de dichas ceremonias.
E incluso parientes, mentalmente perturbados, que vivían en países lejanos”.
Veamos algunos ejemplos:
“Joan llegó hasta mí a través de un doctor en medicina general.
Antes de mi primer encuentro con aquella niña de solo nueve años de edad, estudié atentamente las notas de su equipo de médicos y los informes de su profesora.
A los cinco años, el carácter abierto y alegre de Joan cambió de repente.
Empezó a resultar difícil de tratar y daba muestras de un comportamiento irracional, diagnosticándosele una epilepsia.
Su madre se quedó muy asustada y desconcertada.
En una carta me decía:
“Cuando Joan cae en uno de esos estados su rostro se descompone, parece tan lejos de ser ella que me da escalofríos”.
La profesora me escribió:
“Joan pierde fácilmente el control e incurre en estallidos emocionales. La presentación de las tareas escolares deja mucho que desear”.
Sus padres me dijeron que recientemente había empezado a correr delante de los coches, de modo que tenían que sujetarla con unas riendas para su propia seguridad.
Hablé con Joan, se sentó sobre mis rodillas y le pregunté cuántos hermanos tenía.
Su respuesta me sorprendió:
“Tengo tres hermanos y tres hermanas”.
Yo le dije que sólo tenía tres hermanos y dos hermanas.
Joan, entonces, se mostró extremadamente airada, saltó de mis rodillas y empezó a dar patadas y gritos:
“Tengo tres hermanas y no dos. ¿Ves esa mujer sentada ahí?”, gritó señalando a su madre.
“Es una asesina. Tiró a mi hermanita por el water (baño).
Mi hermana es mi amiga. La conozco, se llama Melissa.
Sus padres comenzaron a discutir y yo abracé a Joan y le dije: Oremos juntos a Jesucristo y pidámosle que cuide a Melissa”.
Y pronunciamos la siguiente oración:
“Jesucristo, Nuestro Señor, por favor cuida a Melissa y condúcela a tu Reino”.
Su madre me contó que antes que Joan naciera y debido a la equivocación de un médico, había sufrido un aborto involuntario.
A Joan nunca se le había mencionado el incidente y nadie conocía el nombre que la madre le hubiera gustado poner a la niña: Melissa…
Nada tiene de sorprendente que Joan supiera acerca de Melissa. De hecho, en mis ficheros, tengo alrededor de mil cuatrocientos casos parecidos.
Parecía evidente que aquella niña, que no había llegado a nacer y que, por tanto, no había sido consagrada a Jesucristo, era la causa de las dificultades de Joan y quizá de las migrañas que la madre sufría desde hacía años.
Celebramos una Eucaristía por Melissa y los resultados modificaron totalmente la vida de la familia.
Los estallidos emocionales de Joan, su comportamiento irracional y su incapacidad de concentrarse, desaparecieron de una vez por todas.
Las jaquecas de la madre pasaron a ser sólo un recuerdo”.
Veamos otros casos.
“Una mujer de 50 años estaba preocupada por el extraño comportamiento de su hijo.
Ella admitió que había tenido dos abortos durante su juventud.
Durante la misa por estos niños abortados, ella sintió una extraña sensación en su abdomen por tres veces.
Entonces, ella se acordó que había tenido también un niño que había nacido muerto y este tercero también fue incluido en la misa.
Desde ese momento, la conducta de su hijo fue normal”.
Un hombre profesional llevó a varios especialistas a su hija, porque era muy violenta.
La hija, de 26 años, había sido promiscua sexualmente con hombres, treinta años mayores que ella.
Buscando antecedentes, el Dr McAll encontró que su madre había tenido un aborto varios años antes de casarse con el padre de la joven.
El comportamiento de la madre antes de casarse, había sido parecido al de la hija.
Durante la misa por el aborto, el padre tuvo la visión interior de un niño y rezó por él. Los problemas de la hija desaparecieron a partir de ese día.
Veamos otro caso:
“El vicario de una iglesia local comprobó por sí mismo como una de las mujeres de su parroquia había logrado superar una enfermedad mental, aparentemente incurable.
Después de haber orado por uno de sus hijos que había abortado y de haberlo consagrado al Señor durante una Eucaristía.
Animado por esta experiencia, acudió a visitar a otra mujer llamada Mildred, de algo más de sesenta años.
Ella le contó algo que no había dicho a nadie en toda su vida. Cuando todavía era adolescente, tuvo un aborto.
El vicario le sugirió que celebrasen una ceremonia en la iglesia para consagrar a su hijo abortado a Dios y Mildred accedió.
Cuando terminó la ceremonia, habían desaparecido todos sus dolores y experimentó una sensación de liberación y alegría.
Parece ser que el niño no nacido había intentado atraer su atención mediante los dolores de estómago.
Era como si el propio niño se hubiera convertido en el dolor de estómago”.
Un caso más
“Los gemelos o mellizos muestran una sensibilidad especial hacia su hermano o hermana muertos.
Durante la celebración de la Eucaristía, una madre me mencionó que una de sus hijas gemelas había fallecido en el momento del parto y que el hospital se había ocupado de enterrar sus restos.
Cuando rezamos por primera vez para contrarrestar los efectos negativos de este incidente, brotaron lágrimas de alegría en la gemela, que había logrado sobrevivir.
Me confesó que había “contemplado” a su hermana crecer todo el tiempo, pero que nunca se había atrevido a hablar de ello”.
Sigamos con otros ejemplos
Un hombre de veintiocho años se encontraba en la cárcel y había llevado un comportamiento anormal y antisocial.
Era un hijo adoptivo de una familia que lo había adoptado al perder a su propio hijo. Dice McAll:
“Durante la Eucaristía, aquellos padres, preocupados y angustiados, le dieron nombre al hijo que había fallecido en el momento del parto y, a través de sus oraciones lo consagraron a Jesucristo.
Inmediatamente después, el hijo que habían adoptado salió de la prisión, convertido en un hombre totalmente reformado y actualmente desempeña un empleo de gran responsabilidad”.
“Durante una celebración por un niño nacido prematuramente y que había sobrevivido sólo cuatro horas, su madre intentó darle gracias a Jesucristo por habérselo llevado con él.
Entonces, escuchó claramente:
“Al niño tienes que ponerle un nombre y demostrarle que goza del amor de su madre y luego consagrármelo a Mí”.
“Una mujer había ejercido la prostitución y, a consecuencia de ello, había padecido varios abortos tanto voluntarios como involuntarios.
Con gran respeto y cuidado, les puso nombre a todos, aceptó el perdón de Dios y continuó consagrándoselos al Señor todos los domingos, cada vez que iba a la iglesia.
A partir de entonces, se vio libre de la depresión que padecía”.
“Un matrimonio Lancaster vino a verme muy preocupado por tres de sus hijos.
La hija mayor era drogadicta, tenían otra anormalmente obesa y el hijo menor mostraba, desde los siete años, una incontenible afición a robar.
Elizabeth, la hija mayor, había nacido después de un aborto anterior; Evelyn, la hija obesa, tras un aborto involuntario, mientras que Charles, el hijo menor, lo adoptaron para reemplazar a uno que había muerto.
Dado que en ninguno de los tres casos se había celebrado una ceremonia de consagración al Señor, decidimos celebrar una Eucaristía por los tres casos, tras la cual toda la familia se sintió liberada.
Elizabeth no volvió a probar las drogas; Charles dejó de robar y el peso de Evelyn volvió a ser normal tan solo después de tres meses…”
El Dr. McAll, después de sus investigaciones siquiátricas en cientos de casos, afirma claramente que existe el limbo temporal, pues cree que solamente estos niños irán al cielo, directamente al morir, si han sido amados y han orado por ellos.
Ellos están esperando que les pongan un nombre, les hagan sentir amor y los consagren a Dios.
Mientras tanto, siguen esperando, como él dice, ese momento de amor y de consagración a Dios.
CÓMO BAUTIZAR A LOS NIÑOS ABORTADOS
El Padre Roberto DeGrandis tiene un libro titulado “Curación a través de la misa”.
Donde habla de la importancia de la misa y de que todas las misas tienen un especial poder de sanación para los enfermos y para todos los que están agobiados en su espíritu y concretamente para estos niños.
Él dice:
“Cuando consideramos el problema de los abortos, niños malogrados o que han nacido muertos, uno de los principios básicos es que estos niños deben ser recibidos con amor.
Una de las formas en que amamos y aceptamos a un niño es dándole un nombre.
Esto les da un sentido de pertenencia y de que ocupan un lugar verdadero en la familia.
Una mujer compartió el siguiente testimonio”.
“Yo tengo 41 años de edad y toda mi vida mi madre ha estado contando la historia de que su madre (mi abuela) murió de parto y que perdió una niña pequeñita.
Mi abuela era huérfana y también había perdido a otro niño antes de mi madre.
Un día mi madre y yo oramos unidas y les dio nombre a los dos niños perdidos por su madre.
Nosotras los ofrecimos al Padre en la luz de Cristo y oramos por estos dos niños y su madre.
A partir de ese día, mi madre nunca más volvió a hablar de ese asunto.
Sintió paz en su vida, después de darles nombre a estos niños y ofrecerlos a Dios”.
Para él es importante ponerles un nombre y orar por ellos ofreciéndolos a Dios para salvarlos.
También el P. Roberto DeGrandis cita el testimonio de una mujer:
“Hace veinte años yo quedé embarazada en un momento inoportuno.
Yo estaba enferma, bajo cuidado médico, y escasa de dinero. Yo no podía tener un niño.
Yo luchaba contra esta idea por mi educación católica y deseaba tener una pérdida. Y tuve la pérdida.
Cuando yo vi a esa pequeña vida humana muerta delante de mí en el hospital, me sentí muy apenada.
Antes de llamar a la enfermera, tome un vaso de agua y lo derrame sobre la cabeza del niño bautizándolo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo…
A través de los años, Dios me dio un amor especial por los niños pequeños rechazados y recogí en mi casa a muchos de esos niños pequeños, que habían sido rechazados por sus padres.
Yo los amaba como si fueran míos y ellos me amaban a mí”.
Y escribe en la nota el P. DeGrandis:
“Esta misma mujer compartió que, un tiempo después, ella tuvo una visión de su hijo perdido.
En la visión supo que era un niño y lo vió saludable y vivo con el Señor.
Lo que le impresionó profundamente fue que todos los niños rechazados que ella había recibido en su casa, eran todos niños varones.
Ellos eran un regalo y la forma de sanar su corazón por la pérdida de su hijo”.
El P. John Hampsch aconseja bautizar a estos niños espiritualmente, consagrarlos a Jesús por medio de María y celebrar una misa.
Dice:
“En la consagración total del niño al Señor, los padres deberían pedirle que llene con su amor todas las necesidades del niño.
Como por ejemplo el bautismo de deseo o alguna otra forma desconocida de gracia, semejante al bautismo…
Esto podría ser ratificado por una Eucaristía en la que, en el momento de la comunión, nosotros nos unimos a Jesús de la manera más íntima posible, orando por el niño…
En la oración se debería incluir una petición al Señor para que ese niño sea un “santo privado” o un “intercesor” especial para la familia.
Como epílogo de esta oración a Jesús, es muy recomendable poner al niño en los brazos de María (consagrarlo a Ella), recordando las palabras que Jesús dijo: “Ahí tienes a tu Madre”.
A María se le ha encomendado ser la madre de todos y cada uno de los niños. Y Ella los ama mucho más intensamente que las madres de la tierra”.
El P. Marcelino Iragui también recomienda una misa y consagrarlos a Jesús por María. Escribe:
“Una práctica recomendable es el ofrecer la santa misa y comulgar por ellos, sobre todo, cuando se hace en familia.
En esa Eucaristía, se pide a Dios que acoja en su seno a todos los difuntos de la familia…
A veces, los resultados son sorprendentes.
En caso de aborto provocado o involuntario, que no fueron bautizados, se pide al Señor que inspire un nombre para cada uno de ellos.
Y se les acepta como miembros de la familia y se les presenta por su nombre al Señor, arropados en el amor de su Madre, la Virgen María”.
El Padre James Manjackal, de la India, menciona una carta que dice:
“Yo he oído a mucha gente que me ha dicho que ha visto a los niños muertos sin bautismo como ángeles y santos después de haber sido bautizados en espíritu.
Algunos dan testimonio de que, cuando necesitan algo, ellos lo piden por intercesión de estos niños ya salvados.
Normalmente, cuando la gente que ha abortado viene a mí con tristeza y sentimiento de culpabilidad, yo les digo que pidan perdón a sus niños antes de bautizarlos en fe y en espíritu.
Varias madres han tenido la experiencia de que sus niños han venido a darles su perdón y a consolarlas.
Yo conozco a mucha gente que tiene contacto con estos niños salvados.
Yo bautizo a los niños muertos sin bautismo, si alguno está presente como padrino.
Muchos sacerdotes no lo hacen debido a su falta de fe o a su ignorancia.
Yo paso dos horas diarias, orando por las almas de los que han muerto.
Muchas almas vienen a mí y se identifican y me dicen sus pecados y yo los bautizo, si no están bautizados, y rezo para que se perdonen sus pecados y pido al Espíritu Santo que los llene de su amor.
Yo tengo maravillosas experiencias de su entrada en el cielo y sus oraciones por mí son de gran poder para mi ministerio.
Los he visto con las caras resplandecientes después de bautizarlos y me han prometido ayuda espiritual.
Algunos líderes carismáticos y María Simma y el Dr. McAll hablan de la importancia del ponerles un nombre a estos niños para poder identificarlos.
El P. John Hampsch afirma que es muy importante ponerles un nombre a estos niños muertos sin bautismo y ofrecerlos a Jesús.
Y cuenta un caso que le ocurrió durante una misa en Canadá. Uno hombre dio el siguiente testimonio:
“Entre 1958 y 1963 mi mujer tuvo cinco abortos. Yo tenía un gran sentimiento de culpabilidad.
Ayer cuando Ud. dijo que debíamos poner un nombre a estos niños, nosotros nos sentamos y lo hicimos.
Mi esposa puso nombre a tres y yo a dos.
Durante la misa (en visión interior) vi a Jesús delante de mí y me dijo que no me preocupara, que no me sintiera mal, porque ya esos cinco niños estaban en sus brazos y a salvo en el cielo.
A partir de ese día, nuestro amor mutuo ha crecido inmensamente”.
ORACIONES
En el periódico alemán “Rettende Macht” del 24 de setiembre de 1973, se habla de las revelaciones de Jesús a una mujer casada y madre de varios hijos.
Entre otros mensajes Jesús le dice sobre los niños abortados:
“Estos pequeñitos pueden conseguir la visión beatífica.
Transmite lo que voy a decirte a los sacerdotes, porque vosotros los podéis bautizar (espiritualmente).
Después de recitar el Credo, toma agua bendita y la esparces en todas las direcciones y di estas palabras:
A todos vosotros, que habéis nacido muertos o que naceréis muertos, a todos los que fueron asesinados en el vientre de sus madres o que serán asesinados, para que podáis alcanzar la vida eterna por medio de Jesús.
(aquí se dice el nombre).
Yo te bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo y el Espíritu Santo.
Al final, reza un Padre nuestro, un Avemaría y un Gloria. De esta manera, puedes bautizarlos a estos pequeñitos y ayudarlos a conseguir el cielo”.
Oración por la salvación de los niños abortados
Señor Jesús, por medio de tu Madre bendita, te ofrezco todos mis pensamientos, palabras y obras de este día por todas las intenciones de tu Sagrado Corazón.
Especialmente, te ofrezco todos los actos de fe y de amor para obtener de tu Sagrado Corazón la gracia del bautismo para todos los niños inocentes, que serán asesinados hoy por el aborto.
Y, dado que sus propios padres y madres rechazarán su vida con violencia y rehúsan ser garantes de la fe de estos niños, te pido que me aceptes como padre y madre espiritual de estos niños.
Acéptame como garante del deseo de estos niños de estar contigo por siempre para que, habiendo sido asesinados cruelmente, ellos puedan ser admitidos a tu presencia como mártires inocentes y sean salvados por tu amor. Amén.
Oración por los abortos espontáneos
Señor Dios, confiamos a tu amor a este pequeñito, que ha dado alegría a sus padres por poco tiempo. Llévalo a la vida eterna.
Señor, tú has formado a este niño en el vientre materno. Tú lo has conocido por su nombre desde el principio del tiempo. Nosotros ahora deseamos ponerle el nombre de N., un nombre que guardaremos como un tesoro en nuestro corazón para siempre.
Oramos por estos padres, que están tristes por la pérdida de su hijo. Dales valor para soportar su pena y su dolor. Y que un día puedan encontrarse con su hijo en la alegría y en la paz de tu Reino. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Oración para poner nombre al hijo muerto
“Padre celestial, Padre bueno, gracias por habernos regalado a (decir nombre) como nuestro hijo, que estará contigo para siempre.
Perdónanos los errores que hemos cometido.
Te lo entregamos en tus brazos divinos por medio de María.
Jesús, divino Salvador, bautízalo en tu amor divino y gracias por haberlo salvado y habernos sanado y liberado de nuestra angustia y sentimiento de culpabilidad.
Gracias, Espíritu Santo, ven sobre todos nosotros y haznos con nuestro hijo, una familia unida en tu amor, en el tiempo y para la eternidad”. Amén.
Oración para poner nombre a los niños y encomendárselos a Dios
“Tú, Señor, autor y defensor de la vida, tú eres nuestra morada final.
Te encomendamos a este niño (decir nombre).
Confiando en tu misericordia y en tu amor paternal, te pedimos le concedas la eterna felicidad. Señor Dios, bondadoso y solícito, confiamos a tu amor este pequeño (N).
Acógelo en la vida eterna.
También te pedimos por sus padres, afligidos por la pérdida de su hijo.
Concédeles fortaleza y valor y ayúdalos en su pena para que puedan un día reunirse con su hijo en la paz de tu Reino.
Te lo pedimos por Cristo, Nuestro Señor. Amén”.<