ROMA, 17 Oct. 15 / 06:31 am (ACI/EWTN Noticias).- Tras años de una serie de afirmaciones directas e indirectas sobre el tema, el Cardenal alemán Reinhard Marx se pronunció a favor de admitir al sacramento de la Comunión a los divorciados en nueva unión, una postura contraria a la doctrina católica.
En su intervención el 14 de octubre ante los obispos llegados de distintas partes del mundo para participar del Sínodo de la Familia, el Cardenal Marx afirma que “debemos seriamente considerar la posibilidad –mirando cada caso individualmente y no de modo general– de admitir a los divorciados vueltos a casar a los sacramentos de la Penitencia y la Santa Comunión”.
Esto debe permitirse, prosiguió, “cuando la vida compartida en un matrimonio canónicamente válido ha fracasado definitivamente y el matrimonio no puede ser anulado, las responsabilidades de este matrimonio se han resuelto, hay arrepentimiento por la falta que es la ruptura del vínculo matrimonial y exista la voluntad de vivir el segundo matrimonio civil en la fe, educando a los hijos en la fe”.
La intervención del Cardenal Marx se da luego de años de una serie de pedidos de los obispos alemanes para cambiar las normas de la Iglesia al respecto, pese a que en los últimos 50 años los Papas han rechazado esta propuesta por ir en contra de la doctrina de la Iglesia que establece que el matrimonio es indisoluble y que este vínculo solo concluye con la muerte de uno de los esposos.
En el vuelo de regreso de Filadelfia a Roma a finales de septiembre, el Papa Francisco dijo a los periodistas que darle la Comunión a los divorciados en nueva unión era una solución “simplista” al problema.
Además, el Santo Padre ha anunciado hace poco una reforma del proceso de las causas de nulidad que generarán una mayor brevedad y un menor costo de los mismos.
Sin embargo, el Cardenal Marx sugiere que las acciones del Papa no son suficientes porque un mayor cuidado pastoral de la Iglesia no podría prevenir el divorcio y “el nuevo método para determinar la nulidad de un matrimonio podría no cubrir todos los casos de manera adecuada”.
“A menudo la ruptura de un matrimonio no es el resultado de la inmadurez humana o de la falta del deseo de estar casado”, indica.
El también Arzobispo de Munich y Freising afirma que conoce las razones por las cuales un divorciado no puede recibir la Comunión: “los creyentes divorciados y vueltos a casar objetivamente vive en adulterio continuo y por lo tanto en contradicción con lo que se muestra en la Eucaristía, la fidelidad de Cristo a su Iglesia”.
Sin embargo cuestiona: “¿esta respuesta hace justicia a la situación de los afectados? ¿Y esto es necesario desde el punto de vista teológico del sacramento? ¿La gente que es vista en estado de pecado grave cree que pertenecen a nosotros totalmente?”
El Purpurado explica además que los obispos alemanes han debatido el asunto extensamente en los últimos meses y recordó el evento realizado en este año en el que él participó como orador final y en el que estuvieron otros obispos y teólogos europeos en el que se promovió también una visión de la homosexualidad contraria a la doctrina católica.
Sobre el asunto de los divorciados en nueva unión, el Cardenal señala que “incluso si fuera posible reasumir la primera relación –usualmente no lo es– la persona se encuentra en un dilema moral objetivo en el que no hay una salida clara moral-teológica”.
“El consejo de abstenerse de las relaciones sexuales en la nueva relación no solo aparece como irreal para muchos. Es también cuestionable si los actos sexuales pueden ser juzgados independientemente del contexto que se vive”.
El Cardenal cuestiona si las relaciones sexuales en la nueva unión “ ¿sin excepción pueden ser juzgadas como adulterio? ¿Sin considerar una evaluación de la situación concreta?”
Numerosos obispos han criticado la propuesta del Cardenal Marx de darles el sacramento de la Comunión a los divorciados en nueva unión, recordando que esta atenta contra la clara enseñanza de la Iglesia al respecto y lo que el mismo Cristo dice en el pasaje evangélico de Lucas 16,18: “El que se divorcia de su esposa y se casa con otra comete adulterio”.
La doctrina de la Iglesia Católica establece que el matrimonio es indisoluble y que el vínculo matrimonial solamente concluye con la muerte de uno de los esposos. Eso quiere decir que si después de estar casada, una persona se divorcia y se casa por la vía legal con otra persona, comete el pecado de adulterio.
En algunos casos y cuando hay alguna causa probada como el encubrimiento de una enfermedad mental o voluntad explícita de alguno de los cónyuges de no tener hijos a pesar de haber prestado juramento, un tribunal eclesiástico puede declarar la nulidad matrimonial, es decir, reconocer que nunca existió ese vínculo entre dos personas. Por lo tanto, la nulidad matrimonial no anula nada y tampoco es un divorcio católico.
Traducido por Walter Sánchez Silva. Publicado originalmente en CNA