- No hay sitio bajo el cielo más dulce que el hogar. (J. H. PAYNE).
- Hogar es donde habita el corazón (PLINIO).
- La tarea fundamental de los hombres es construir familias felices (J. L. MARTÍN DESCALZO)
- Aquel que encuentra la paz en su hogar, ya sea rey o aldeano, es de todos los hombres el más feliz. (J. W. GOETHE).
- Una vida familiar feliz entre el padre, la madre y los hijos es el primer premio de la lotería de la vida. (D. VON LILIENCRON)-
- La paz y la armonía constituyen la mayor riqueza de una familia. (B. FRANKLIN).
- Escribamos sobre la puerta de nuestra casa lo que otros no escriben más que sobre sus tumbas: “Este es un lugar donde reina la paz”. (PITÁGORAS).
- A nuestra familia debemos aportar lo mejor: la alegría, la ilusión de vivir, el amor, la fraternidad, el equilibrio, la espiritualidad (J. BORRAS).
- Sólo quien ama su hogar ama también su patria. (S. COLERIDGE).
- “Tu casa puede sustituir al mundo, pero nunca el mundo a tu casa”, reza una inscripción.
- Cualquiera que sea el lugar donde vivamos, será un templo si lo tratamos como tal. (J. KORNFIELD).
- “Lo mejor que podemos dar a un padre –decía Benjamín FRANKLIN- es respeto. A una madre, una conducta que la haga sentirse orgullosa de nosotros. A un hijo, buen ejemplo”.
- Esta es una familia: una madre a quien venerar, un padre a quien imitar, un hijo a quien formar y una pareja a quien amar. (M. A. CORNEJO).
- “Sólo en un ser cuyo corazón late para nosotros, hallamos un hogar. Es una lástima –dice Phil BOSMANS- que en nuestros días un ser semejante tenga que ser para muchos un perro o un gato”.
- Sin duda la prueba final, la medida de valor de cualquier civilización está en el tipo de maridos y esposas y padres y madres e hijos que produce. Fuera de la austera sencillez de tal cuestión, todas las demás realizaciones de la civilización –arte, filosofía, literatura, tecnología, ciencia- palidecen hasta llegar a la insignificancia (L. YUTANG).
- Cornelia, esposa de Sempronio Graco (186-110 a. C.) fue considerada como una de las mujeres romanas más virtuosas de su tiempo. Un día, se celebrara una reunión de damas de la alta sociedad a la que ella asistió. Todas lucían valiosas joyas y vestía sus mejores galas. Cornelia, como siempre, vestía en forma elegante pero sobria. Al pedirle que mostrara sus joyas, Cornelia llamó a sus dos hijos, Tiberio y Cayo Graco. Cuando los tuvo en su presencia dijo los presentes: “¿Mis joyas - He aquí las más preciadas”
- ¿Qué sería de mí sin un hogar - -escribe G. GALLO-. Gracias a él no me abruma la soledad, y hallo una mano amiga cuando las nostalgias se apoderan del alma. Sin familia vagaría errante, prisionero del ego; a la deriva, como barco sin timonel y sin destino. Un muerto en vida por falta de cariño.
- Sé que mi hogar es un tesoro, lo cuido y lo valoro. Afianzo la unidad con diálogo, detalles, respeto y comprensión.
- Gracias, Señor, por mi familia, la necesito y ella necesita de mí, de mi amor, de mi alegría, de mi apoyo y de mi esperanza. Mi hogar es mi mayor riqueza”.
Un día cierto viajero le mostró un diamante y le dijo cuánto valía. El hombre rico, obsesionado con la idea de volverse multimillonario, vendió la granja, dejó a su esposa e hijos encargados temporalmente con un familiar y salió en pos de su anhelo: se gastó cuanto dinero tenía buscando diamantes en todas las playas y ríos de arenas claras hasta entonces conocidos. Después de varios años, ya en la miseria volvió anónimamente a su ciudad, pero encontró que su familia se había mudado. Desalentado y perdido como un vagabundo fracasado, se adentró en el mar y se suicidó.
Lo verdaderamente trágico de la historia es que el hombre que compró la granja de Alí Hafed, una mañana que estaba dando de beber a sus camellos en el arroyo que pasaba por su terreno, vio una piedra negra que emitía un destello de luz; la limpio y descubrió un cristal precioso; escarbó en las aguas del riachuelo y casi a ras del suelo halló gemas aún más hermosas y grandes. De esa forma y en ese preciso lugar descubrió el yacimiento de diamantes más grande del mundo: la mina “Golconda”. Las gemas más maravillosas que se han hallado provienen de la que fue la despreciada granja de Alí Hafed”.
- La clave es siempre el hogar y la familia. Incluso si uno ha fiado en todo lo demás a los ojos del mundo, si se tienen una familia que sabe vivir el amor, uno es un triunfador. (O. MANDINO).
- El que no lucha por su familia –no importa por qué otra cosa luche-, no merece tener el lugar que Dios le ha dado en esta tierra. (C. C. SÁNCHEZ).
- Amemos, pues, a nuestra familia, y tengamos muy presente nuestra actual ventura. Pensemos con cuánto afán la buscaríamos si no la poseyéramos. (O. MANDINO).
- No hay nada como nuestro hogar, por más defectos que tenga- expresa el maestro Yolza a un muchacho lleno de problemas, en la novela “Un grito desesperado”- Si huyes tendrás que buscar refugio en casa de algún amigo o familiar para convertirte, ahora sí públicamente, en un arrimado mantenido, y eso mientras te aguanten. ¿Buscarás trabajo - ¿Y de qué - Si no sabes hacer nada. No estás capacitado. Andarás rodando un empleo miserable o denigrante; serás tratado como un borrico por la gente y aprenderás a odiar cada día más a tus progenitores, a la par que recordaras la cama suave, tu hogar limpio, tu sopa caliente, luchando por salir del fango y hundiéndote en él cada día más. Conocerás muy de cerca la droga, la prostitución, la delincuencia y todo porque eres un necio que se cree injustamente tratado por sus padres, cuando seguramente has sido tú quien los ha calificado con injusticia.
- Si la familia se corrompe, la sociedad, el país, el mundo entero se corrompe”. (C. C. SÁNCHEZ).
- “La sociedad y la familia se parecen al aro de un palacio –dice El Talmud-: quietemos una piedra y todo se derrumba”.
- Y dice JUAN PABLO II: El trabajo y la familia son los dos polos alrededor de los cuales se desenvuelve la vida del hombre”.
- Es en el propio hogar donde mejor se aprende el amor al trabajo, a la sinceridad, a la justicia, a l interés por todo lo bello y noble, a la abnegación y al sacrificio cuando es necesario. (B. TIERNO).
- No bastan los buenos sentimientos para mantener la paz y la estabilidad en la familia. Es también necesario la contribución y no sólo económica –“empujar todos el carro”, como equipo-, cada miembro según su condición y posibilidades. (G. SARDÁ).
- El hogar no es para escaparnos del mundo, sino para vivir desde él la realidad del mundo. El hogar no es para esconderse de los demás, sino para amar y acoger a los demás. El hogar no es un centro de egoísmos donde cada uno busca lo suyo, sino un ambiente de amor donde cada uno comparte lo suyo con los demás. El hogar no es un almacén donde cada uno ocupa un sitio, sino el lugar donde cada uno siente y vive su libertad compartida con la libertad de los demás. El hogar es un lugar para estar, pero también para salir: para estar uno consigo mismo y con los suyos y para salir luego al encuentro de los otros. El hogar es nuestra casa y es la casa abierta para todos los demás. Pero, sobre todo, nuestro hogar es el lugar abierto cada día a Jesús que también hoy necesita de un hogar: el nuestro. (C. SOBRADO).
- Los hogares más felices suelen ser los de las familias pobres. No tienen alfombras en los pisos ni cuadros de precio en las paredes; no poseen piano, biblioteca ni obras de arte. En cambio, eso sí, tienen paz, alegría, satisfacción, generosidad. Cada cual contribuye en lo que puede para la felicidad común, esforzándose en suplir con ingenio y carió la pobreza de la posición. (O. S. MARDEN).
- Es que “la vida de los pobres no es una residencia distante de otra residencia, como sucede entre los ricos, porque su propia pobreza los aproxima a otros pobres, y un arroyo de calor enlaza a todos los pobres del mundo”. (I LARRAÑAGA).
- Sócrates trabajaba en la construcción de su casa. Pero como era pobre, la hacían pequeña y sencilla. Algunos ciudadanos, al observar su trabajo, lo criticaron. El anciano filósofo, calmadamente, les respondió: “Mi casa será humilde y pequeña; pero espero poder llenar con buenos amigos”.
- Hay que dar en el hogar a los niños toda la dicha posible, de manera que si un día sufren los infortunios, recuerden su niñez, la evoquen como un oasis agradable y bello de su vida, como el lugar más feliz de toda la tierra. (O. S. MARDEN).
- Por desgracia, los miles de niños abandonados y de conducta antisocial, son el producto de familias sin el mínimo de condiciones para ser hogares.
La extensión del trabajo a domicilio en gran escala podría no sólo afectar a la estructura familiar, sino transformar también las relaciones en el seno de la familia. Podría proporcionar un conjunto de experiencias compartidas y hacer que los cónyuges volvieran de nuevo a hablar entre ellos.
Una de las cosas que más estrechamente ha ligado a las familias a lo largo de la historia ha sido el trabajo compartido. Aún hoy, las tasas de divorcios no mucho menores entre los cónyuges que trabajan juntos.
Quizá no tardemos en ver surgir movimientos en petición de que todo trabajo que pueda hacerse en casa sea hecho en casa. Muchos trabajadores insistirán en esa opción como un derecho. Y, en la medida en que se considere que esta reubicación del trabajo fortalece la vida familiar, su demanda recibirá fuerte apoyo de personas pertenecientes a esferas políticas, religiosas y culturales distintas”.