Humildad evangélica para servir a las familias del mundo-Obispo Mario Iceta Gavicagogeascoa

Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa

VATICANO, 24 Oct. 15 / 04:15 am (ACI).- La última reunión del Sínodo sobre la Familia comenzó, como cada mañana, con un momento de oración que en este caso fue guiado por el Obispo de Bilbao (España) Mario Iceta Gavicagogeascoa. En su homilía destacó que este Sínodo ha sido “una experiencia de gracia, de comunión, de colegialidad y de servicio” y pidió “humildad evangélica” a través de una vida de oración para servir y acompañar a las familias.

“La vida contemplativa, la vida de oración se encuentra en el fundamento de la actividad apostólica y misionera, también para nosotros. Por eso, ante las decisiones que en el ejercicio del ministerio episcopal hemos de tomar, viene a mi memoria el pasaje de la elección de Matías para ser integrado en el colegio apostólico. ‘Entonces oraron así: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muéstranos a cuál de estos dos has elegido’”.

Mons. Iceta aseguró que “este es nuestro método: muéstranos lo que Tú quieres, haznos conocer tu voluntad. Sumidos en la oración, pedir a Dios que nos muestre sus caminos, que nos haga ver cuál es su designio y no el mío propio, y cuáles son los caminos que hemos de recorrer para acompañar a las familias en la fidelidad a la vocación a la que han sido llamadas”.



Recordando a Santa Teresa de Jesús afirmó que “andar en humildad es andar en verdad”.

“Esta vida orante, esta humildad evangélica, nos permitirá actuar con coraje apostólico, la parresia de la que nos habla san Pablo, puestos los ojos en Cristo y por amor a Él sirviendo a las familias de este mundo, iluminando su caminar con la Palabra de Dios y la Tradición viva de la Iglesia, sosteniéndola y acompañándola en sus gozos y tristezas, para que vivan en plenitud la alianza de amor que disipa la oscuridad, vence la soledad y el individualismo, recrea la humanidad, genera vida y esperanza, acoge y sana lo que parece perdido, construye la Iglesia y el mundo”.

Al concluir, el Obispo de Bilbao invocó la intercesión materna de la Virgen María y explicó que “las madres son las que transforman la casa en un hogar”.

“Ella hace que la Iglesia no sólo sea Templo, sino también hogar, lugar cálido, familiar, de acogida y misericordia. A Ella acudimos esta mañana. Es la Esposa del Espíritu Santo, que la hizo concebir de modo virginal. Bajo su protección nos acogemos esta mañana. En Ella aprendemos a acoger el don de Dios, el Santo Espíritu, la Persona Amor, que nos ilumine y nos asista en la tarea que hoy se nos ha encomendado”.