ENTREVISTA AL CREADOR DEL ICONO DEL EMF EN FILADELFIA 2015.




Me acerqué la Sagrada Familia tras crear la imagen para la JM de las Familias

Neilson Carlin habla del encargo para el Encuentro de Filadelfia, de su conversión y del futuro del arte sacro
El artista Neilson Carlin que fue seleccionado por los que conducen el Encuentro Mundial de las Familias en Filadelfia en 2015 para crear el icono de la Sagrada Familia, que servirá como imagen del evento, ve su trabajo como una verdadera llamada de Dios. Y él dice que cada nuevo encargo para representar a algún héroe o la verdad de la fe es una oportunidad para la meditación, para profundizar en la gran tradición católica.

El 7 de septiembre, el arzobispo Charles Chaput de Filadelfia presentó la imagen, donde se ve un Jesús-niño de mediana edad con su mano en señal de bendición, y a María. La mano de san José se encuentra en el hombro de María, y detrás de ella, vemos a los padres de María, Ana y Joaquín.
ZENIT preguntó a Carlin sobre la imagen, su trabajo como artista y sus esperanzas para el futuro del arte sacro en la Iglesia.

Le pidieron crear un icono de la Sagrada Familia para el Encuentro Mundial de las Familias. ¿Crear arte sacro le acerca espiritualmente a sus temas, en este caso la Sagrada Familia?

— Carlin: Absolutamente sí. La creación de cada pieza de trabajo implica una gran cantidad de investigación, pensamiento y meditación sobre el tema. Para alguien que no creció en un ambiente católico, cada encargo es una buena oportunidad para profundizar en las tradiciones de la fe.

El icono incluye una representación de los abuelos de Jesús, Joaquín y Ana. ¿Por qué?

— Carlin: La inclusión de Santa Ana y San Joaquín fue una petición expresa del obispo auxiliar, John McIntyre, quien encargó la obra y supervisó el desarrollo del diseño.

Como ya ha mencionado, usted es una persona que se ha convertido al catolicismo. ¿Cómo descubrió la Iglesia?
— Carlin: Poco a poco me enamoré de la Iglesia en un período de seis años, mientras salía con mi futura esposa, una católica de nacimiento. Empecé a ir a misa con ella y mi futura suegra de forma regular por la única razón de pasar tiempo con ella. Durante los seis años de asistencia regular, me convertí en parte de una comunidad de amor y espiritualmente rica.

El año antes de casarnos, entré en el programa de RCIA en nuestra parroquia, no para convertirme en católico, sino para entender mejor a la Iglesia para que yo pudiera entender mejor a la que iba a ser mi esposa. En torno al tiempo de Pascua se llevó a cabo, en gran parte gracias a la orientación paciente del sacerdote y diácono que lideraban la clase, el entrar en plena comunión con la Iglesia como única opción real para satisfacer mi hambre espiritual.

¿Cuál es su punto de vista sobre el papel del arte en la Iglesia de hoy?
— Carlin: Desde que comprometí mi carrera a la creación del trabajo para la Iglesia, seguramente espero que el descenso se esté revirtiendo. Gran parte del trabajo que he hecho en los últimos años ha sido para sacerdotes en el rediseño de sus parroquias para “parecerse a una iglesia”, y deshacer algunas de las tendencias del diseño tras el Concilio Vaticano II.

Mientras se reconozcan las poderosas funciones contemplativas y didácticas de las imágenes, la Iglesia siempre necesitará del arte y los artistas.

¿Cuál es el futuro del arte sacro?
— Carlin: Eso realmente depende de la Iglesia. Hay mil millones de católicos que comparten 2000 años de signos, símbolos y tradición. Entre ellos hay artistas esperando oportunidades para servir a Cristo con su vocación. Los ingredientes para otro renacimiento artístico abundan, pero se necesita un mecenas.

Los que hemos percibido en nosotros mismos “este tipo de chispa divina que es la vocación artística como poeta, escritor, escultor, arquitecto, músico, actor y así sucesivamente, sentimos al mismo tiempo la obligación de no malgastar ese talento para desarrollarlo, con el fin de ponerlo al servicio de su (nuestro) hermano y de la humanidad en su conjunto” (Carta del Papa Juan Pablo II a los artistas).

Vamos a seguir creando a partir del puro amor a la creación. Sin embargo, preferiríamos hacerlo en el servicio de nuestros hermanos y hermanas en Cristo en lugar de un mercado del arte secular que se preocupa poco por el bien, la verdad o la belleza.