¿No te comprenden?


Paz y bien.

Si eres un jovencito o una jovencita, seguramente alguna vez has sentido que no eres entendid@.
Y quiero decirte que éso es solamente un reflejo de lo que sientes de tí mismo. Eres tú quien no te entiendes: de pronto descubres que muchas cosas y personas que antes disfrutabas, ahora te parecen insuficientes para llenar tu vida.
Puedes llegar a sentir que te atan cuando tú lo que deseas es volar, es hacer cosas por tí mismo porque sientes que eres capaz de hacerlas.
No son tus padres, ni tus amigos, ni ninguna persona quien te ata. Eres tú mism@ quien lo hace.

Y te tengo otra noticia:
Cuando siente deseos de cortas ésas ataduras, puedes llegar a lastimarte o lastimar a otros, puesto que tal vez no tienes aún una manera clara de cómo tratar a los demás.
Te diré que hay una manera.  Simplemente trata a los demás como quisieras ser tú tratado.

Si quieres que te respeten, respeta.
Si quieres ser escuchado, escucha
Si quieres que te hablen, habla
Si quieres que te den, da
Si quieres que te abracen, abraza
Si quieres que te amen, ama

Y entonces, te darás cuenta que aquellos a los que tú amas, te han amado primero.

Te comparto algunas cortas reflexiones que me parecen muy bonitas. Hablan de que debemos tener un camino y una meta. La meta final es la vida eterna que tendremos cuando Dios nos llame a su lado. Pero ésa vida se empieza a vivir aquí, con nuestras acciones con nosotros mismos y con los demás.

La vida está llena de pequeñas metas.. Esas pequeñas metas las vamos fijando nosotros o vamos aceptando las que otros nos marcan y nos parecen buenas para nuestras vidas y para los demás.

Para ello, debemos ser constantes una vez que nos hallamos propuesto realizar algo.
Debes saber que no siempre será fácil lograr lo que te has propuesto, que habrá dificultades, que para lograrlo deberás muchas veces reconocer que te has equivocado, pedir perdón.
Otras, tendrás que luchar con el no sentir que eres lo máximo porque lograste lo que te proponías, porque si así sucede, corres el peligro de ya no desear marcarte otra meta y tarde o temprano, volverás a sentirte vacío e incomprendido.

Otras veces tendrás que dejar cosas o personas para poder lograr tus propósitos. Y ésto tampoco es fácil.
Existe el miedo y al mismo tiempo, el deseo de seguir aquel sueño o propósito que tenemos.

El volar por uno mismo, puede llegar a hacernos sentir que estamos sólos. Y ésto no es cierto.
Siempre tenemos a nuestro lado a quienes nos aman, aunque no estén a nuestro lado. Están en las palabras que nos han dicho, en los actos que los hemos visto hacer (buenos y malos que todos nos dejan una enseñanza).
Están en nuestros pensamientos, en nuestros corazones. Y si lo deseamos, a través de un teléfono o el internet.

Un camino y una meta



Todo pasa, es verdad; pero no es tan verdad. ¿Te parece que todo pasa y que pasa del todo? Yo creo que no.

Es verdad que todo pasa y que todos pasamos; pero nosotros, al menos, no pasamos del todo; hay algo que queda detrás de nosotros.. como un rastro... como una semilla... como un germen que a su debido tiempo deberá desarrollarse.

El poeta Núñez de Arce cantó que:
¿Que es nuestra vida? El sueño del momento,
onda que pasa, sombra que se aleja;
ave tímida y muda, que no deja
ni el rastro de sus alas en el viento...
¿Y las buenas obras? ¿Y las malas obras? ¿No dejan rastros que perduran? ¿No quieres que tu vida deje huellas? ¿Te satisface vivir unos pocos años y luego pasar al vacío infinito y al total olvido? No creo que ningún corazón humano quede satisfecho con es perspectiva...

Me gustan los aforismos y hay uno que palmariamente muestra la vida de una persona que no tiene más ambiciones que la nada...
¿Algo es mio? Nada es mío. Ni mi vida ni las cosas de mi vida; están en mi. Me son dadas en un día de infinita luz y me son arrebatadas otro día, de infinita noche...
La vida es transitoria y quien no la ha vivido en plenitud, tiene que levantar mausoleos para ser recordado por la historia; los privilegios y riquezas nos hacen insensibles al dolor y al sufrimiento de los demás.

Por eso, es una necedad poner la meta en esta vida, que es pasajera, que no es definitiva, que será superada por aquella que es la verdadera Vida. Quien camina, no se fija tanto en el camino, cuanto a la meta que debe arribar... el camino es esta vida, la meta es la eternidad.

Paz y bien


Nada es fácil



Hay cosas difíciles que a diario se nos presentan...

No es fácil pedir disculpas cuando uno se ha equivocado, ni volver a comenzar cuando todo se ha venido abajo... ni admitir un error cuando se lo hacen ver; no ser abnegado, ni ser considerado, ni persistir ante las dificultades, sobre todo cuando son muy persistentes.

No es fácil soportar el peso del éxito y de la prosperidad sin por ello vanagloriarse ni hincharse ante los demás; ni lo es el perdonar y olvidar las faltas de atención de los otros, sobre todo cuando se refieren a nosotros mismos. Ni lo es dominar nuestro mal carácter, sin descargar en los demás nuestra carga de agresividad cuando las cosas no salen según nuestros deseos...

Nada de esto es fácil: no es fácil, pero no es imposible conseguirlo; y no siempre tenemos que buscar el camino de lo más fácil, sino de lo que sea mejor.
“Y dirán en aquel día: Den gracias al Señor, invoquen su Nombre, anuncien entre los pueblos sus proezas, proclamen qué sublime es su Nombre.” (Is. 12,4)
Es admirable lo que Dios hace con los suyos, como los purifica, los santifica, los eleva...

Paz y bien

Ser constantes



Sin la constancia, ninguna virtud es grande.

Esta es la gran diferencia: los héroes y los santos perseveraron en sus propósitos, mientras que nosotros hacemos los mismos propósitos que ellos, pero no perseveramos en su cumplimiento como ellos perseveraron.

Nosotros empezamos con muy buena voluntad, a veces hasta venciendo no pocas dificultades.. la cosa pinta lindo pero a poco de comenzar vamos cediendo en intensidad, luego perdemos ilusión y al fin abandonamos definitivamente.

¡Fue una lástima! ¡Prometía tanto! ¡Esperábamos tanto! Al fin, nos quedamos sin nada.. y comenzaremos de nuevo, para luego volver a dejar otra vez; el círculo deja de ser virtuoso.

Perseverar es mantenerse en la verdad.
Pero tú permanece fiel a la doctrina que aprendiste y de la que estás plenamente convencido: tú sabes de quiénes la has recibido. (2 Timoteo 3, 14)
Aquello que el Señor nos dió a conocer en el día -bendito- de Cursillo, Seminario de Vida, Convivencias con Dios, retiros, ejercicios... en cada encuentro con El, todo aquello, no lo olvidemos. Mantengámoslo en lo más profundo de nuestro ser, pueden esas enseñanzas, constituirse para nosotros en el fermento que de sentido a la vida.

Realmente, sin la constancia ninguna virtud es grande.

Paz y bien.

Adversidades


No todos los días te levantas con el espíritu alegre y despreocupado; algunas veces ya desde temprano en la mañana te persigue el recuerdo de una adversidad que estas enfrentando hace tiempo.

Hace trescientos años un prisionero grabó en la pared de su prisión esta frase, con la que pretendía conservar en alto su estado de ánimo: “No es la adversidad lo que mata, sino la impaciencia con que soportamos la adversidad.”

Es verdad; impacientándote en las adversidades, nada arreglarás; más bien lo echarás todo a perder o agravarás la situación; no es, pues, un remedio la impaciencia o la ira.

Si a este consejo de orden meramente natural y psicológico, sabes añadir otro de orden superior, de orden sobrenatural, como es el reconocer que Dios te ha permitido esa adversidad para que seas capaz de mostrar tu valor, tu fidelidad, tu capacidad de amar... entonces la adversidad será llevada por ti no śolo con paciencia y resignación, sino aun con cierta alegría por saberte fiel.

Hace un tiempo, dijimos en el blog que Dios no desconoce los obstáculos, pero nos capacita para superarlos. No economiza los problemas, sino que nos hace descubrir nuestra vara para vencerlos. Hay muchos que preferirían que Dios suprimiera las adversidades, para no sufrir ni hacer ningún esfuerzo extra; pero la didáctica divina es prepararnos y fortalecernos para vencer toda dificultad en el camino de conversión.

Dios no usa nunca la ley del menor esfuerzo, porque eso conlleva al egoísmo y la falta de carácter, sino que nos da la oportunidad de medir nuestras fuerzas y que nosotros nos demos cuenta que podemos salir victoriosos.

Paz y bien