Sinopsis:
Quienes digan que uno paga por los pecados de los padres miente. La voluntad de Dios es que cada uno pague por lo suyo.
Ultima Revisión: Sábado 20 Sept./2008
Una de las preocupaciones corrientes en los cristianos que comienzan a acercarse a la Fe es: ¿Puedo estar afectado por los pecados de mis padres? Y si no tienes esa preocupación prepárate a que alguien te ponga de presente textos como este:
"Yavé es paciente y rico en misericordia. Soportas la falta y el pecado, pero no dejas pasar la falta, porque el pecado de los padres lo castigas en los hijos, en los nietos y en los bisnietos. " (Nm 14, 18)
Y hay otros cuantos textos similares. Se lee también por ejemplo:
"Yavé bajó en una nube y se quedó allí junto a él. Moisés entonces invocó el Nombre de Yavé, y El pasó delante de Moisés diciendo con voz fuerte: “Yavé, Yavé es un Dios misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor y en fidelidad. El mantiene su benevolencia por mil generaciones y soporta la falta, la rebeldía y el pecado, pero nunca los deja sin castigo; pues por la falta de los padres pide cuentas a sus hijos y nietos hasta la tercera y la cuarta generación.” " (Ex 34, 5)
Sin embargo, si es así, ¿por qué Yavé no habría aplicado esta regla en los israelitas al momento de entrar en la tierra prometida? Los padres pecadores no entraron en ella, pero sí los hijos.
"Allí entrarán los pequeños de ustedes, de los que dijeron que iban a ser presa de sus enemigos; ellos sí entrarán, pues no conocen todavía el bien y el mal. A ellos se la daré, y ellos la poseerán. Pero ustedes vuelvan atrás y partan hacia el desierto del mar Rojo.” " (Dt 1, 35)
Es evidente que Dios tuvo en cuenta los pecados de esa generación, como dice San Pablo:
"Por eso me cansé de aquella generación y dije: “Siempre andan extraviados, no han conocido mis caminos. Me enojé y declaré con juramento: No entrarán jamás en mi lugar de descanso”." (Heb 3, 10-11)
Sin lugar a dudas es un tema de instrucción.
"Luego ordenó a nuestros padres que se las enseñaran a sus hijos, para que las conozcan sus sucesores, los hijos que nacerán después. Que éstos se encarguen de instruir a sus hijos para que éstos confíen sólo en Dios, no olviden las hazañas de su Dios y observen sus mandatos. Para que no sean, a ejemplo de sus padres, una generación rebelde y obstinada, incapaz de mantener su decisión y cuyo espíritu no era fiel a Dios. " (Sal 78, 5-8)
Israel fue un pueblo primitivo que creía en la culpa familiar. Pero eso cambió, como expresamente se indica en el Deuteronomio:
"No se matará a los padres por la culpa de sus hijos, ni a los hijos por la de sus padres. Cada cual pagará por su propio pecado." (Dt 24, 18)
Esta orden es cumplida fielmente por Amasías, tal como se cuenta en el segundo libro de los Reyes:
"En cuanto Amasías fue dueño de la situación en su reino, condenó a muerte a sus servidores que habían dado muerte a su padre, pero no condenó a muerte a los hijos de los asesinos de acuerdo a lo que está escrito en el Libro de la Ley de Moisés. Yavé, en efecto, dio este mandato: “Los padres no serán condenados a muerte por los hijos, ni éstos por sus padres; sino que cada cual será condenado a muerte por su propio pecado”. " (2 Re 14, 5-6)
Jesús declara expresamente contra los que viven:
"En verdad les digo: esta generación pagará por todo eso." (Mt 23, 36)
E insiste:
·"Por eso, a esta generación se le pedirá cuentas de la sangre de todos los profetas derramada desde la creación del mundo: desde la sangre de Abel, hasta la de Zacarías, que fue asesinado entre el altar y el Santuario. Sí, yo se lo aseguro: la generación presente es la que tendrá que responder." (Lc 11, 50-51)
Y el final del libro de Job tiene un texto paralelo pero de bendición:
"Job vivió todavía ciento cuarenta años después de sus pruebas, y vio a sus hijos y a sus nietos hasta la cuarta generación." (Jb 42, 16)
En resumen, no existe nada parecido a que los hijos responden por los pecados de los padres. Cada uno responde por lo suyo:
"El que planta y el que riega están en la misma situación, y Dios pagará a cada uno según su trabajo." (1 Co 3, 9)
Y dice el profeta:
"Quien debe morir es el que peca; el hijo no carga con el pecado del padre, y el padre no cargará con el pecado del hijo. El mérito del justo le corresponderá sólo a él, y la maldad del malo, sólo a él. " (Ez 18, 20)
Otra cosa es que por la conducta de uno, sus hijos reciban condiciones materiales deprimentes, como ocurre con los hijos de los que dilapidan su dinero en el vicio, pero "El Señor está cerca del corazón deshecho y salva a los de espíritu abatido" (Sal 34, 19). Por eso tenemos que orar permanentemente, pues así el padre olvide a su hijo, el Señor no descuida a los suyos. La promesa de bendición para la descendencia del justo está escrita:
"¡Aleluya! ¡Feliz el hombre que teme al Señor y valora mucho sus mandamientos! Su semilla será pujante en el país, los retoños del hombre bueno serán benditos." (Sal 112, 1-2)
Finalmente, Jesús instruye a sus discípulos sobre este tema de la presunta responsabilidad de los hijos por cuenta de los pecados de los padres:
"Al pasar, Jesús vio a un hombre que era ciego de nacimiento. Sus discípulos le preguntaron: “Maestro, ¿quién ha pecado para que esté ciego: él o sus padres?” Jesús respondió: “No es por haber pecado él o sus padres, sino para que unas obras de Dios se hagan en él, y en forma clarísima." (Jn 9, 1-3)
Tampoco puede considerarse siempre la suerte de alguien tiene que ver con un castigo divino, tal como enseñó Jesús en otra ocasión (leer Lc 13, 1-5)
A estas alturas, alguien se estará preguntando, si no hay herencia de pecados, ¿qué es eso de la sanación intergeneracional? Es el rompimiento de deficiencias que se pasan de padres a hijos, como malos hábitos y otras tantas otras cosas, pero no pecados