Cría cuervos

Por Laura Aguilar Ramírez Tal vez has oído el refrán que dice: "Cría cuervos y te sacarán los ojos". Voy a contarte una vieja historia familiar que ilustra perfectamente éste refrán. Todo empezó hace muchos años, en los tiempos en que mis abuelos eran jóvenes. Sucede que llegaron a vivir en la colonia unas personas trabajadoras que pusieron algún negocito que empezó a crecer. Con el tiempo, fueron varios negocitos que daban trabajo a varias familias, entre ellas la de mi abuelita. Pues bien, mis abuelos se enamoraron. El, hijo de la familia adinerada. Ella, hija de una familia mucho más humilde. El fué mi abuelo, hijo único de españoles que con su trabajo lograron hacer un dinero. Ella fué mi abuela, hija de mexicanos trabajadores y honrados. Los padres de ambos se hicieron compadres y surgieron dificultades cuando se enamoraron. Dificultades que separaron a ambas familias. Como bien se dice, cuando hay dificultades, debe buscarse la causa en uno mismo; igual sucede cuando se tienen dificultades entre familias, se debe buscar la causa en las mismas familias. Sucede que mis bisabuelos mexicanos, tenían unos primos que, envidiosos de no haber sido ellos los elegidos para estar al lado de mi familia adinerada, metieron cizaña entre ambas familias. Asi que se unieron, causando no sólo la separación de las famiias, sino la muerte de mi abuelo, hijo único de mis bisabuelos españoles. Esto separó a las familias y por supuesto que los primos de mis abuelos mexicanos tomaron el lugar de su familia dentro de los negocios. Pero como lo que no tiene buen principio, no tiene buen fin, tampoco ellos lo tuvieron. Progresaron económicamente, pero a medida que el dinero entraba por la puerta, el amor salía por la ventana. El primo de mi abuela empezó una vida de francachelas: compró rancho, camiones, carros.Y terminó su vida en una cama inválido por completo. Sólo sus ojos derramaban lágrimas. Dios lo haya perdonado. Sus hijos crecieron siendo unos prepotentes, distanciado por completo de la familia, llenos de rencor contra ella, sin saber que fué su padre el causante de la desgracia de ambas familias. Y han pagado las consecuencias con su propia vida. Sus matrimonios han fracasado, han terminado en divorcios; sus amistades no son sinceras (¿cómo si no tienen familia que los apoye?) Entre ellos mismos han surgido dificultades: uno de ellos se quedó con la mayor parte de las propiedades. Otro, no podía tener hijos propios. Creo que empiezas a darte cuenta del porqué el refrán de "Cría cuervos y te sacarán los ojos" se aplica perfectamente. Y como el que a hierro mata, a hierro muere, ellos mismos criaron otros cuervos: los hermanos de la esposa del primo de mi abuela lo rodearon, impidiendo se reconciliara con su familia: haciendo ellos mismos sus propios negocios, aprovechándose de sus relaciones, aprovechándose de su confianza. Y éstos cuervos, criaron otros cuervitos: los hijos de la cuñada del primo de mi abuela. Quienes vivieron en su terreno, en una casita; fueron criados y queridos por su tía. Y fueron tan desagradecidos que ni siquiera cuando falleció su tío se presentaron en el novenario. Sólo una de ellas, que ni siquiera era de su misma sangre. Y aquí es donde me gustaría dejar un mensaje que sirva y ésto no pase de ser una mera anécdota y es el siguiente: A veces nos toca vivir en alguna circunstancia por alguna razón: Esta niña junto con su hermano, eran huérfanos de madre y su papá se casó con la hermana del primo de mi abuela. Creció en un hogar, junto a un padre y a una madre, con hermanos, con tíos, gozando de privilegios que los verdaderos familiares no teníamos. A ella la quiso el primo de mi abuela. Y también mi abuela. Ella pudo haber sido un puente para reconciliar a las familias. Y no lo hizo. Y la vida le pedía a gritos ser el medio para ésa reconciliación: ella como alguien cercano a la familia, pero sin estar dentro de ella por completo, tenía relación con los de afuera. Les hablaba a los muchachos, entre ellos a los hijos de mi abuela. De hecho, se casó con uno años después; conoció a mi abuela, a nosotros. Pero nunca nos acercó con nuestro tío ni con nuestros primos; al contrario, nos hablaba mal de ellos. El que no tiene y llega a tener, loco de gusto se quiere volver, reza otro dicho mexicano. Y ella se volvió loca de miedo de perder los privilegios de que gozaba. Asi es la vida. Muchas veces, Dios nos pone en una situación tal, en la que podemos ser vehículos para que el perdón entre en las vidas de las personas. Y somos nosotros quienes nos negamos a hacerlo. Se necesita tener un corazón abierto y generoso, sin rencores; para poder servir de puente entre dos personas o dos familias. Porque aquél que quiere conservar sólo para sí los bienes que Dios envia, termina perdiéndolos. Espero que Dios envie a un corazón generoso que acepte servir de puente entre los familiares que han heredado los rencores. Y sólo puede ser alguien que pertenezca a las dos familias.
Señor, haz de mi un instrumento de tu paz. Que allá donde hay odio, yo ponga el amor. Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón. Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión. Que allá donde hay error, yo ponga la verdad. Que allá donde hay duda, yo ponga la Fe. Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza. Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz. Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría. Oh Señor, que yo no busque tanto ser consolado, cuanto consolar, ser comprendido, cuanto comprender, ser amado, cuanto amar. Porque es dándose como se recibe, es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo, es perdonando, como se es perdonado, es muriendo como se resucita a la vida eterna. (Autor anónimo. Traducción del texto original francés).
Descanse en paz mi tío. Y Dios quiera que con su descanso, se empiece a lavar un poco todo el rencor que por años ha separado a la familia de mis bisabuelos de sus familiares. En nombre de ése rencor, se han inmolado terrenos, personas, primos, dinero. Y todo empezó por el amor nacido entre dos muchachos. Dios quiera que sea ése amor el que termine uniédolos de nuevo. Conocí a mi abuela, porque ella me crió; siendo mi madre en realidad. Ella era generosa. Buscó la manera de lograr ésa reconciliación, sacando de sí misma el rencor hacia su primo, el causante indirecto de su caída en desgracia delante de ambas familias y causante indirecto de la muerte de mi abuelo. Y del dolor de sus padres; dolor que hizo que rechazaran a mi abuela, ya que ella fué culpada por ambas familias. Mi abuela no tuvo la dicha de ser llamada al lado de sus padres para recibir su perdón, ni siquiera en el lecho de su muerte. Dios quiera que su nombre sea lavado y quede tan limpio como su corazón.