Un nuevo miembro en la familia

Tal vez al leer el título pensaras en un bebé. No... me refiero a aquellas personas que se integran a nuestra familia al casarse con uno de nuestros miembros.
Llámense cuñados/as, tíos/as, etc.

Insisto mucho en ello porque yo viví experiencias muy desagradables con un agregado a la familia.

Una persona que se casa con tu hermano o con algún familiar cercano pasa a ser parte de tu familia; seguramente tendrás relación con él o ella; relaciones más cercanas algunas que otras, pero es una persona que entrará a tu casa, que tendrá acceso a tus hijos, que influye necesariamente en ellos y en tí, en tu cónyuge.

Aquellos que dicen que no importa con quien se case su hermano o su familiar, hace mal en pensar de ése modo. Interesa porque a menos que vivan super lejos o de plano no tenga ningún tipo de relación con tu familia, vivirá cerca de ustedes.

Todos podemos ayudar a que se integre a nuestra familia de una manera que resulte favorecedora para todos y no negativa.

Me explico: Todas las personas somos buenas en esencia, todas tenemos defectos y cometemos errores. Del modo en que las aceptemos con sus virtudes y sus defectos. En la medida en que ayudemos a que las relaciones sean cordiales, en ésa medida la familia se enriquece.
En caso contrario, la familia puede sufrir mucho.

Yo viví las dos caras de la moneda: Cuando un familiar se casó, lo hizo con una persona un tanto insegura, pero básicamente bueno. Le faltaba carácter y fácilmente cedía ante los deseos de su esposa, lo cual con el tiempo, llegó a hacerlo tomar mucho. Y en un afán de desquite de su suegra y su esposa que tomaban las decisiones, lastimó a dos niñas.

Es el caso típico de las personas que ceden, o que no opinan o que no saben defender sus opiniones y van formando resentimientos contra los otros, resentimientos injustos puesto que son ellos mismos quienes fomentan el que los otros tomen las decisiones al no tomarlas ellos.
Lo malo es que terminan desquitándose con inocentes, llegando a agresiones físicas o sexuales.

Eso crea muchos problemas en la familia. Y creo que todos tenemos un poco de responsabilidad en ello: él o ella que no puede o no sabe controlar o modificar su actitud o comportamiento: su cónyuge, porque no lo ayuda a superar sus defectos, o porque se los recalca constantemente; los miembros de la familia que no tratan de intervenir positivamente, de una manera que no sea entrometerse, pero si ayudar a resolver la situación. Muchas veces se interviene para empeorarla.

Lo sencillo es evitar que llegue o hacer que se vaya. Lo sencillo, pero no lo justo ni lo que Dios desea. "Aquel que esté libre de culpa, que lance la primera piedra". Yo no me atrevería a lanzar ninguna piedra contra nadie.

Siempre he creido que todos tenemos bueno y malo. Bueno para exaltar y malo para trabajar en cambiarlo, en mejorarlo.
Y al mismo tiempo, siempre he creido que todos tenemos responsabilidad con los demás. Creo que no podemos quedarnos incólumes, inmóviles al ver al otro caer, al ver al otro sufrir. Creo que todos podemos hacer algo, aunque no sea más que perdonar.
Creo que todos podemos intervenir en la medida en que podamos hacerlo.

Aunque creo que también se necesita ejercitarse en la prudencia, ejercitarse en la acertividad.
Pero ni la prudencia, ni la acertividad se dan en maceta, ni andan volando en el aire y se pueden tomar simplemente levantando la mano. Son cualidades que se piden a Dios.

Por éso es tan importante la oración, por éso es tan importante mantener una permanente comunicación con El. Porque sólo El puede inspirarnos sabiduría que conlleva la prudencia y la acertividad.
  • Si piensas como muchos, que al casarse tu hermano o tu familiar y a tí no te afecta, te equivocas. 
  • Si piensas que la o el recien llegado debe "hacer méritos" para entrar a tu familia, te equivocas rotundamente. Eres tú quien debe poner toda tu buena voluntad para que las relaciones sean cordiales.
  • Si piensas como muchos, que al casarte con tu amado, su familia pasa a un segundo o tercer término, te equivocas rotundamente o si cres que su familia debe recibirte con los brazos abiertos y hacerte caravanas, te equivocas. Eres tú quien debe poner toda tu buena voluntad para que las relaciones sean cordiales.
Yo me pregunto si todos los familiares hubiéramos tratado de poner nuestra buena voluntad para relacionarnos, para ayudar a ésa persona que era tan insegura, hubiera él terminado tomando tanto, hubiera llegado a lastimarse y lastimarnos tanto?
Creo que no. Definitivamente, no.

Una frase que siempre me ha impresionado y que recuerdo constantemente es la de Ernest Hemingway en su libro Por quien doblan las campanas: "Cuando oigas doblar las campanas, no preguntes por quien doblan. Es por tí"
  • Por tí que no aceptaste a ésa persona.
  • Por tí que pudiendo ayudarla, no lo hiciste.
  • Por tí que quizas contribuiste a que se sintiera peor.
Cuando oigo doblar las campanas, siempre me pregunto qué no hice por aquel por quien doblan.

Por favor, intenta ser la mejor concuña, la mejor nuera, la mejor cuñada.
  • Por favor, intenta ser la mejor suegra, la mejor madre.
  • O el mejor suegro, yerno, concuño o cuñado posible.
Dios te ayuda en ello, pues es El quien lo pide.