La visita a los abuelos

Los abuelos, ¿viejos inservibles? Pareciera que ésa es la mentalidad actual. Cada vez más los jóvenes se olvidan de ellos. Y la sabiduría está en ellos. La vida que nosotros tenemos, antes la vivieron ellos. Y en ella han acumulado sapiencia, experiencia. Es cierto que muchas veces parecen enojones, pero ¿realmente lo son o nosotros somos impacientes con ellos? Yo recuerdo a mi abuela sentada ensartando sus collares, pues en ello trabajaba. Y mientras lo hacía, veía la televisión, o mejor dicho, la escuchaba. Y de vez en cuando levantaba su vista para mirar lo que hacíamos sus nietos. Y otras veces, me llamaba para ayudarla a sembrar o cuidar sus plantas. Y mientras lo hacía, aprendía yo a hacerlo. Otras más, me pedía le ayudara a cocinar. Y mientras lo hacía, aprendía yo a hacerlo. Y en cada una de ésas actividades me platicaba o me contestaba a lo que yo preguntaba. Recuerdo tantas palabras sabias, consejos que me han servido durante mi vida. Recuerdo con cuánta atención me escuchaba cuando me ponía a darle mi opinión sobre las cosas, o con cuánta paciencia me explicaba el porqué estaba yo equivocada. Y recuerdo también sus llamadas de atención, algunas veces llegando a darme algunos cinturonazos que bien los merecía, pues me había pasado por mucho de los límites. Recuerdo los paseos a los que nos llevaba en los que tal vez no corría con nosotros, pero gozaba viéndonos correr. Los abuelos en la actualidad han pasado para muchos a ser sólo estorbos, o muchos los ven como personas que por su edad no pueden tener el derecho de elegir su vida, como si el hecho de tener algún impedimento físico o ser ya más lentos, nos diera derecho a hacer con ellos lo que se nos dé la gana, como si fueran muebles viejos que arrinconamos en donde no estorben o afeen la vista, cuando son un cúmulo de ternura, de amor, de sabiduría, de experiencia que debemos valorar. ¿Cuántos abuelos hay que mantienen familias, sin tener necesidad de hacerlo? ¿Cuántos otros hay que son incluso despojados de sus casas, de su dinero por sus propios hijos? Recuerdo a una señora que mi abuelita recibió por unos días en nuestra casa, que tenía un terrenito y sus hijos la relegaban, la dejaban sola, no la atendían, se olvidaban de darle de comer o de visitarla. Era muy triste. Cuando regresó a su casa, mi hermana y yo empezamos a visitarla para acompañarla y ayudarle y entretenerla por un momento.... y sus hijos nos cerraban la puerta. Tal vez pensando en que nos quisiéramos quedar con su terreno. En cambio, a otra que gustaba de vivir sóla en una vecindad, sus nietas le llevaban la comida, le ayudaban en lo que ella quería que le ayudaran, respetaban sus deseos y la respetaban a ella. Ambas eran de la misma edad, pero no respetadas de la misma manera. ¿Y sabes una cosa? La olvidada tenía hijos con posibilidades económicas, hijos que estudiaron gracias al esfuerzo de ella y de su marido. Y la otra, la respetada, tenía hijos humildes, trabajadores, tal vez no con demasiado dinero, pero con mucho más corazón. Ambas procedían del mismo lugar, ambas amaban a sus hijos, pero bien dice un dicho mexicano: "los que no tienen y llegan a tener, locos de gusto se quieren volver" y los hijos ingratos eran de ésos que nacieron en cuna pobre y apenas tuvieron un poco, se olvidaron de sus raíces y de lo que recibieron de sus padres: amor y respeto. Te comparto otra opinión y unas bellas canciones dedicadas a ésos abuelos. Es la propia naturaleza la que nos impulsa a amar a los que nos han dado la vida". Cicerón Victoria Cardona VIDA DE FAMILIA Conciliar la vida familiar
No perder la oportunidad
Hace poco en un debate en televisión una contertuliana de mediana edad recordaba como se ha perdido la costumbre de hacer visitas a los abuelos. Le damos la razón. Hemos de reconocer que en grandes ciudades es una realidad la queja que aportaba mi contertuliana. Hoy, entre las distancias, algunos fines de semana con los chiquillos enganchados al facebook o a otras redes sociales y video juegos se pierden magníficas oportunidades para el enriquecimiento que supone el trato con los mayores. También se observa que algunos abuelos, cuando ven que sus hijos o nietos no acuden a ellos optan por el retraimiento y tampoco les invitan por miedo a no molestar. Es una pena perder esta convivencia con los mayores que, aparte de ser un pozo de sabiduría, tienen desarrollada al máximo su capacidad de amar que, canalizada a través del tiempo dedicado a los nietos, es un gran bien para el matrimonio y los nietos. Tampoco favorece esta situación a los chiquitines ya que pierden momentos especiales de lenguaje no verbal y ternura de los abuelos que son únicos en repartir caricias, abrazos, tiempo de regazo y, no beneficia tampoco a los adolescentes, por la gran comprensión de los mayores hacia sus cambios de humor o cambios físicos y psicológicos propios de esta etapa y que a veces pueden resultar incómodos a los padres jóvenes pero no a los abuelos por las experiencias vividas. Recuperemos la costumbre de la visita, no como en épocas pasadas en que el abuelo sentado en un sillón esperaba que los nietos le besaran la mano ("hacer la amistad", se decía en mi tierra), sino este tiempo de gozar de abuelos, no sea que ellos al retraerse, se queden sin la posibilidad de dar cariño y aportar la sabiduría, acumulada con los años, y los hijos sin su cariño y comprensión. NOVEDADES FLUVIUM Vidala de los abuelos- Atahualpa Yupanqui Canción del abuelo- Atahualpa Yupanqui Juan Salvador- Hoy comi con el abuelo